Esta es una recopilación de algunas "malacrianzas" que he escrito y de algunas que escribiré durante los días y las noches que siguen. Perdonen las faltas de gramática, pero a los publicistas no nos enseñan esas cosas en la universidad. Ya me ocuparé yo de tomar los cursos respectivos. Espero que disfruten estas ocurrencias tanto como yo.

foto por James Christopher

miércoles, 27 de enero de 2010

De mis fiestas patronales.




Ultimamente se me anda saliendo el pueblo por los poros.


...Aunque no siempre fue así...

Cuando estaba chiquita siempre me avergonzó no haber nacido en Bogotá como todas las niñas con las que estudié en el colegio; me avergonzaba haber nacido en un pueblo cuyo nombre nadie había escuchado antes y sobre todo me apenaba tremendamente que mis amigas se burlaran de mi cuando me oían hablar por teléfono en mi mejor acento costeño/sabanero con mi empleada del servicio quien, por supuesto, es de un pueblo vecino al mío.

Cada vez que alguien me preguntaba dónde nací, yo vacilaba un poco antes de dar la respuesta, pequeñas gotas de sudor me inundaban las palmas de las manos y entre sonidos guturales lo escupía finalmente: "yo nací en Cereté"...

A esto siempre seguía un ¿¿¿¿¿¿¿ dóóóóóóóndddeee?????? que calaba en mi cerebro con todos sus ecos y retumbaba en mi pendeja reputación como un letal campanazo.
Acto seguido me ponía siempre en la tarea de explicar con lujo de detalles la ubicación geográfica, piso térmico, altura sobre el nivel del mar y particularidades culturales de mi tierra natal, lo que se traducía en: es el segundo pueblo más grande y próspero (esto último se dice sólo por amor) del departamento de Córdoba, con una temperatura promedio de 35º a la sombra, dependiente de la ganadería y la agricultura, y por supuesto, tierra de corralejas y porros sabaneros, de vallenato endemoniado y mujeres carnuditas (cabe aclarar que, en la sociedad en la que me crié, la idea de un porro sabanero resultaba igual o más exótica y suscitaba aún más preguntas, que el mismo nombre de mi tierra).
Después con elevados aires de poetisa afirmaba: "Cereté tiene mucho de Macondo y Macondo tiene mucho de Cereté".

Yo no nací en Cereté por casualidad, ni por cosas del destino, sino porque así debía ser. Toda mi consanguinidad materna pertenece a esas tierras sabaneras.
No sé por qué a mis padres les pareció un buen plan irse a vivir a un pueblo (después de haber vivido todas sus vidas en ciudades) y parirme allá. Los avances de la ciencia cereteana fueron los responsables de que yo haya nacido con un día de atraso y de que el primer tramo de la cesárea se haya trazado en la panza de mi santa madre sin una gota de anestesia.

Toda mi infancia estuve avergonzada de mis raíces, pero gracias a que crecí en Bogotá pude disimular mi naturaleza pueblerina y penetrar con naturalidad en todos los círculos sociales. Mi figura lánguida, ojerosa y mi falta de carnes, me ayudaron a parecer oriunda de cualquier otro lugar. Aprendí a hablar como todas las niñas "bien" de la ciudad, y adopté con destreza todos los ademanes y gestos de alguien que nació en la Clínica del Country.

Sin embargo bastaba con entrar por la puerta de mi casa para darse cuenta de mis coloquiales costumbres, empezando por la Kola Román como única bebida en la mesa, el arroz con pollo servido con un banano recién pelado, la chicha de corozo en la nevera, los bollos de maíz, las galletas de pueblo (de limón), la pulpa de tamarindo y todas las encomiendas que generosamente enviaban mis parientes desde Cereté.

Pero fue sólo hasta hace unos años que logré quitarme esa tremenda idiotez de encima. A medida que pasó el tiempo logré despojarme de ese complejo tan imbécil con el que me crié.
Aunque mis caderas nunca se ensancharon como las de las costeñas, mis boobies no crecieron jugosas y encerradas en ropa apretada, y aunque todavía prefiero el silicio antes de ir a un concierto de vallenatos; ahora sé que la dosis de pueblo que viaja por mis venas puede resultarme muy útil si la dejo correr con cautela por mi vida. Es cuestión de sacarle el provecho necesario, explotar eso de la malicia, sentir placer en el sofoco, soñar con siestas milenarias, hacer del mecedor un trono y del abanico el mejor de los amigos.

Carajo, qué lindo.


La próxima vez que alguien me pregunte dónde nací, lo diré con cojones, recitaré un verso de mi paisano Gómez Jattin y cantaré esa canción de Lisandro Mesa que dice:

"Con un guayabo llegué a la Yé, emparrandado a Sahagún yo entré y las muchachas como lloraban, cuando me fui para Cereté".



10 comentarios:

  1. Me pareció muy interesante, sobre todo por aquello de ser de allá, vivir acá y volver a sentirse de allá.

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  2. Me parece bellisimo tu encuentro con tus raices, el reconocimiento sin verguenza y con personalidad diafana de un sitio un poco perdido en el mapa, pero sólo para los que no conocen las hamacas, el sombrero vueltiao, la mecedora y el mar de Tolú, entre otros.
    Te felicito por traer un tema refrescante y divertido, sigo leyendote siempre y enviando tus escritos a todos mis conocidos.
    Tu tia que te ama, Maty Tono

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  3. Lina, que chévere y refrescante tu escrito. Me encanta que las jóvenes como tu se estén reencontrando con sus raíces y su esencia, lo mas pronto posible. Es definitivo para el autoreconocimiento... si señor, es bueno desempolvarse del ego, que nos llena de trampas... bienvenida al club!!...ahi te comparto mi blog, todavia no monté todo lo que escrito.... de a poquito, no hay prisa: http://elnidodeoropendola.blogspot.com/

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  4. que bonita manera de sacarle el cu** a la verguenza de ser calentana... jejejejeeje mentira, esta muy chevere... ahi sigo leyendo de pa abajo, de pa atras...

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  5. muchas gracias a todos por los comentarios! me alegra muchísimo compartir lo que pasa por mi cabeza con ustedes, de otra manera no tendría ningún valor.
    un gran abrazo!

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  6. Cereté Rules vieja lina, y el banano no solo es bueno con arroz con pollo, tambien, a veces, con sopa. jajajaja

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  7. jajajja mil gracias migue!! que rico que leas mis disparates!! te mando un abrazo enorme.

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  8. Qué bonita historia. Me gustó mucho la forma como la cuentas. Es increíble cómo algo aparentemente tan aleatorio como el lugar donde nacimos haga parte de nosotros por el resto de nuestra vida.

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  9. ApoloDuvalis:

    Me encanta que te haya gustado. De hecho la historia no la hice yo, sino todos esos que nunca entendieron qué carajos era Cereté. jajaj
    saludos!

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