Esta es una recopilación de algunas "malacrianzas" que he escrito y de algunas que escribiré durante los días y las noches que siguen. Perdonen las faltas de gramática, pero a los publicistas no nos enseñan esas cosas en la universidad. Ya me ocuparé yo de tomar los cursos respectivos. Espero que disfruten estas ocurrencias tanto como yo.

foto por James Christopher

miércoles, 6 de enero de 2010

"Su solicitud de visa ha sido denegada"

Ser colombiana nunca me había molestado antes. De hecho desde niña siempre disfruté las bondades de la sangre caribeña, bailando prodigiosamente la cumbia cienaguera en las presentaciones del colegio y desayunando con níspero y zapote todas las mañanas de mis vacaciones.
Ser colombiana me trajo uno que otro admirador durante un summer camp en Toronto, en donde los canadienses me miraban como si fuera un animalito de contrabando y despertó el interés de otros buitres y aves de rapiña cuando viví en Buenos Aires. A mi desorbitado ego le sentaba muy bien la colombianidad.

Pero un día decidí viajar a europa y entonces quise vaciarme las venas para llenarlas con sangre de otro país.

No entiendo a qué se refieren quienes afirman que la peor desgracia de un colombiano es la violencia y de ahí todo lo que desencadena, que no me voy a poner a repetir aquí. No lo entiendo, porque hace poco me dí cuenta que la peor desgracia de un colombiano es tener que pedir una visa (sólo hay 15 países en el mundo que no exigen visa a los colombianos)

Decidí pedir una visa Schenguen por intermedio del consulado Español. GRAVE ERROR.
Es mi castigo por leer el periódico sólo cuando me ataca la aburrición. Si lo leyera a diario sabría que más de la mitad de los colombianos que logran ir a España son incubadores de todo tipo de delitos y malas mañas.
Así que llegué al consulado Español en Bogotá, con una atadura de nudos en el cuello gracias a todos los papeles que tuve que reunir en pocos días, y me ví rodeada de toda clase de personajes, en su mayoría de esos que se pueden encontrar retratados en los carteles de "Se Busca". Sentí inseguridad, pero había ordenado mis papeles con un cuidado inusual, así que me tranquilicé.

la funcionaria, una española amable pero bastante impaciente, recibió mis papeles, los ojeó y mientras fruncía el ceño, comencé a sospechar que algo andaba mal. Miré a mi novio, a quien la señora interrogaba con malicia acerca de sus viajes a Rusia, y él estaba igual de confundido. (Luego nos reímos de esas preguntas, pensando que lo habrían tildado de físico cuántico o comunista).

La vieja nos miró con un dejo de sobradez y nos pidió que regresáramos en 8 días para conocer el veredicto del consulado.

Durante esos días hice toda clase de ejercicios mentales de esos que me enseñó mi sicólogo para convencerme de que la respuesta sería positiva. De hecho fui muy honesta con mis papeles, declaré mis ingresos, mostré mis cartas laborales y demás exigencias. Estaba hasta orgullosa de mi corta historia bancaria y de toda la plata que ahorré llevando el almuerzo en porta - comidas a la oficina.

A los 8 días volví al consulado español. A medida que ancianitas, delicuentes y puticas recibían sus veredictos, me sudaba la parte de atrás de las rodillas y las dudas bajaban como truenos por mi panza. "Su solicitud de visa ha sido denegada" nos gritó el encargado antes de que pudieramos llegar si quiera a su puesto. Nos recitó nuestros derechos como si nos acabaran de condenar a cadena perpetua y como premio de consolación dejó abierta la oportunidad de apelar.

Apelar mi trasero.

Lo que más me molesta de todo esto, además de haberme quedado sin vacaciones y haber perdido 400 euros en pasajes de Madrid a París y Barcelona; es lo que pensé cuando el gordo del consulado nos rechazó: Quisiera haber nacido en otro país. Qué dolor, hasta ahora mi colombianidad me había hecho ganar muchos puntos, pero esta vez todo fue una gran pérdida. Maldije a mi patria, quise quemar mi bandera, y despotriqué contra ese ancestro, general del ejército español que en las épocas de la colonia vino a parar a esta tierra para regar por toda ella las semillas de mi ascendencia.

Pospuse el viaje para el próximo verano europeo, pero estoy pensando, que en vez de volver a pedir la visa, sería más fácil construir una réplica del navío de la Santa María y atravesar el atlántico a punta de vela, hasta llegar allá.

Al fin y al cabo el papeleo y la marea dan las mismas ganas de vomitar.

1 comentario:

  1. EXCELENTE ARTÍCULO lINA, ME ENCANTA COMO ESCRIBES, LA FLUIDÉZ DE TU PLUMA ES UN DELEITE
    TQM tu tia

    ResponderEliminar